|
Por:Anelio Merry López
Secretaría de Información y
Comunicación
Las primeras escrituras del idioma guna que se conoce vienen de
parte de aquellas personas que no hablaban el idioma. Personas
que hablaban un idioma distinto al guna. De acuerdo con los
registros históricos desde que el europeo llegó a nuestras
tierras circularon: españoles, ingleses, escoceses, austriacos,
holandeses, franceses, entre otros, quienes tenían estructuras
lingüísticas totalmente distintas al nuestro.
Entre los primeros exploradores a quienes se atribuyen las
escrituras del idioma guna se menciona a Lionel Wafer de 1681,
cuando apareció en un poblado gunadule. En 1748, estuvo el
austriaco, Padre Jacobo Walburger, quien dejó registrado la
famosa frase: “Chué mor Chichá”, que según su traducción quería
decir: “Diablo vestido de negro”. Y Dr. Gullen en 1849, que
además de los números escribió nombres de lugares. Las primeras
palabras del idioma guna que escribió Wafer, fueron de los
números. Naturalmente, Wafer escribió dichas palabras tal como
él la escuchaba. De allí, inicia las primeras distorsiones que
incide en sus pronunciaciones. Hecho que aún hoy ocurre, cuando
los “no hablantes guna”, desde las estructuras gubernamentales
oficializan las distorsiones que, a diferencia de ellos, los de
ayer, procuraban escribir tal como ellos escuchaban, no las
traducciones.
Desde esta época hasta 1908, un poco más
de 200 años, según los documentos históricos la escritura que
impusieron al nombre del pueblo gunadule fue CUNA, escrita con
C, no con K. Si no es hasta que, llegó el padre Leonardo Gassó
en 1908 a Gunayala cuando se conoce la escritura Karibe-Kuna,
escritas con K. De allí aparecieron escritas como:
“Na! Maríakiné áni nué pinchaóe,
gráciapina, éna kúichi, mái”,
(para ver si
la entienden o traducen), oración que es parte de Ave María.
Con Leonardo Gassó se habló de 19 letras para escribir el guna,
luego otro grupo habló de 16 letras, otro con 23 y 25 letras.
Posteriormente, ya con la intervención de profesionales gunadule
en el año 1975 se plantea las 18 letras, luego 19. Finalmente,
bajo el sello de los Congresos Generales a través de un equipo
de técnicos compuesto de estudiosos, investigadores y lingüistas
gunadule, el alfabeto se redujo a 15 letras. El cual fue
oficializado con la Ley 88 del 22 de noviembre, 2010. Es decir,
este mes cumple 12 años de su implementación.
Como es evidente que, desde las primeras escrituras hasta el sol
de hoy nos hemos acostumbrado a escribir el idioma guna, tal
como lo escuchamos, tal como nos suena. La mayoría de estos,
nombres de comunidades, islas u otros lugares fueron escritos
por “no hablantes guna, o los llamados “waga”. Tenemos, por
ejemplo: Chucunaque, Pinogana, Tuira, Ipetí, Tortí, Ailigandí,
Narganá, Ustupu, otras veces Ustupo, Achudupu, Takarkunyala,
Chepigana, Camogantí, Arquiatí, entre muchos otros que figuran
en los mapas oficiales. No hay ningún registro histórico que
indique haya sido algún ancestro gunadule, porque conocían otros
códigos.
El lingüista gunadule, Dr. Abadio Green, quizás, es el único
quien ha profundizado el tema hasta ahora. Parte de su tesis
doctoral plantea que la escritura del idioma guna debe ser a
partir de sus significados. No por lo que escuchamos o por lo
que suena. El idioma guna está lleno de significados que, antes
de escribir debemos saber qué significa. De lo contrario
seguiremos cometiendo los mismos errores históricos y seguir
repitiendo. Lo peor del caso que aboguemos los que nos
inculcaron los “no hablantes guna” a la largo de la historia.
Pero, debemos tener presente que, todos los idiomas evolucionan,
y el idioma guna no es la excepción. Sin embargo, se mantienen
sus principios, como pilares para consolidar la escritura de
nuestro idioma guna. ***
Martes, 8 de
noviembre, 2022
..........................
|