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Por: Anelio Merry López
Las lenguas o los idiomas, sin duda, sufren cambios y se ajustan
con el tiempo. Al menos para mí la mejor manera de estos
cambios, debe surgir de la propia dinámica de nuestros pueblos,
en este caso del pueblo guna. Si bien es cierto, que todos los
idiomas tienen influencia de una diversidad de idiomas con que
se conviven en algún momento, pero hay ciertos casos que no es
natural, son distorsiones notorias que malogra la lengua
materna, lo peor del caso que los propios gunas contribuyen a
reforzar dichas distorsiones.
Por mucho tiempo los wagas o los mergis, u otros, los “no gunas”
o el “no hablante guna”, han impuesto de alguna manera de cómo
debe PRONUNCIAR, por ejemplo, el nombre de un lugar. Existen una
cantidad de nombres de lugares, sitios que los gunas lo
repetimos si fuesen la pronunciación natural, original de
nuestra lengua materna. A tal punto, que los propios hablantes gunas lo
defienden, olvidando, desechando de cómo nuestros abuelos,
abuelas, madres y padres, nuestros ancestros lo vienen hablando.
Solo hay que revisar nombres actuales del Darién y Panamá,
tierras que hablan de la presencia innegable del pueblo guna
mucho antes de la llegada de los españoles.
Los clásicos, por mencionar unos, por ejemplo, dicen y escriben
“Ipeti”, Meteti, Chepigana y otros. En caso de IPETI, toda una
generación lo sigue repitiendo, como si fuese la más correcta
pronunciación que los “no hablantes gunas” o los wagas
escribieron de acuerdo a su estructura lingüística poniendo
asimismo su propia entonación. Hasta ahora, que yo conozca,
siendo un hablante guna, nacido y crecido en Gunayala, solo
hablando guna hasta un tiempo, no conozco la palabra IPETI. Pero
sí conozco el concepto IBEDI, que contiene dos conceptos IBE y
DI, que en guna se refiere a una cascada de un río, o Ibe
refiriéndose al sol, dad Ibe, y Dii se refiere al agua.
Pero, si nos remitimos a nuestra Gunayala de hoy, otros tantos
ocurren, pero en este caso, no solo son de épocas anteriores,
sino, que ocurren en el día de hoy, es más se presentan con
variaciones particulares. A diferencia de Darién y Panamá, que
mantienen sus raíces originales como Pinogana, sabemos que es
Binnugana, Meteti, sabemos que es meddedii, en Gunayala
prevalece o se imponen las traducciones en los nombres, que
finalmente distorsionan o simplemente anulan los nombres
originales y nosotros quedamos repitiendo reforzando estas
distorsiones.
Cuántas veces hemos visto esas frases, o simplemente escuchar de
parte de nuestra gente, especialmente entre los jóvenes o tan
jóvenes, por ejemplo: “Rumbo a Playón Chico”, “Voy a
Playón Grande”, “Soy de Naranjo Grande”, “Vengo de
Naranjo Chico”, “Estoy en Río Sidra”, muchos otras,
que con ello sea inconsciente o no contribuyen a distorsionar
los nombres originales, dando paso que las simples traducciones
forzadas sean nombres, y pierdan con estos sus nombres
originales como Uggubseni, Uggubba, Narbagandub Dummad,
Narbagandub Bibbi, Urgandi y otros. ¿Qué preferimos? ¿Que los
wagas con su afán de traducir todo nos
induzca a poner nombres
basado en traducciones, o preferimos seguir llamando a nuestras
comunidades tal como nuestros ancestros lo conocieron o
conocemos? Estoy tan seguro, que ningún guna estará de acuerdo
que perdamos nuestra originalidad y por supuesto sus
pronunciaciones.
El asunto de las traducciones forzadas a los nombres de nuestras
comunidades, que llegan a convertirse finalmente en nombres,
pero con la gracia de nuestra población, no llega hasta aquí,
más bien continúa.
La Contraloría General de la República de Panamá, una
institución seria del Estado panameño va en esa línea, que por
su carácter oficial es de mucho cuidado en el tema que les
presento. Porque tan ingenuo hemos sido de estar repitiendo lo
que para ellos solo son traducciones, pero, que finalmente, la
historia nos ha demostrado que la propia población guna, aunque
sea hablante guna nos quedamos con las traducciones y asimismo
seguimos repitiendo las pronunciaciones distorsionadas de los
wagas. Una cosa es la escritura u otra, es la pronunciación.
En el sitio oficial de la Contraloría General los nombres de las
comunidades de Gunayala, muchos aparecen con las traducciones
forzadas dice, por ejemplo: Achutupu o Isla Perro; Ailigandi o
Manglar, Aidirgandi o Piedra Molar, Mamitupu o Isla Mamey,
Ogobsucum o Ensenada de Coco, Ustupu o Isla Conejo Pintado o
Ñeque, Wagsailatupu o Cayos Pelo Latino, y muchos otros nombres,
que algunos son tan distorsionados que sus traducciones son tan
forzadas que ni se aproximan al sentido del concepto.
Hace algunos meses, un representante del Instituto Tommy
Guardia, instancia encargada de confeccionar mapas oficiales en
Panamá, hablaba de incluir las traducciones en los nombres
gunas, a lo que le sugerimos que esto distorsiona, ya que existe
mal precedente en este tipo de situaciones. Hecho que esperamos
sea omitida, que el mapa venga sin traducciones, sino solo
nombres tal como conocieron nuestros ancestros y queremos seguir
conociendo en nuestra lengua materna.
Por otro lado, la incidencia del turismo en Gunayala,
especialmente, en el sector de Gardi produce otras situaciones
similares, que para mí no debería ocurrir. Quién no ha escuchado
o visto en anuncios, por ejemplo, en el sector de Gardi que es
común escuchar: Isla Perro, Isla Aguja, Isla Anzuelo, Isla
Iguana, Isla Pelícano, Isla Diablo, Isla Elefante, Isla Coco
Blanco, Isla Chichemé, entre otros. Hecho que contribuye o anula
totalmente el nombre de la isla, imponiéndose la traducción como
nombre. Una cosa es que se les explique a los visitantes lo que
significa el nombre de la isla, pero convertirla en nombre
quitando el real y original es atentar con su identidad propia
guna.
En algunos de estos casos las traducciones no corresponden, por
ejemplo, Iggodub, su traducción que le han hecho es Isla Aguja,
pero no proviene de aguja como tal, sino de espina, que no es lo
mismo. De seguro muchos lo tendrán como la aguja de coser, pero
no como la espina de una planta, que por cierto, su nombre
proviene de una planta espinosa llamada Ganniriggo, que abundaba
en la isla; Isla Anzuelo, no tiene nada que ver con esa pieza de
pescar, sino, que proviene de una especie de planta aromática
llamada Asseryaladub o solo Asserdub; Isla Chichemé en vez
destacar con su nombre original que es Wissudub, o isla Coco
Blanco, destacar su nombre Ogobsibudub, así muchos otros que
podíamos mencionar. No faltará alguien que venga a decir, que a
los turistas le son difíciles de pronunciar los nombres gunas,
por lo que hay que decirle por su traducción. Lo más probable
que el turista viene por la originalidad de la cultura y la
particularidad de sus mares y playas sobre todo su cultura e
identidad que hace de Gunayala un pueblo tan particular.
Finalmente, aun muchos usan San Blas, en vez de Gunayala,
reafirmando la imposición de su denominación que por mucho
tiempo hemos repetido en vez del nuestro. El termino Guna, por
cierto, proviene del concepto “gunasbilli”, que significa
superficie “gunas”, pero si le pones Kuna, escrita de esta forma
distorsiona el concepto de “gunasbilli” a la hora de pronunciar,
que inicialmente cuando empezaron a escribir los “no hablantes
gunas” impusieron su pronunciación y escritura al mismo tiempo.
Por eso antes nuestros padres lo decían completo Gunadule, es
decir, hombre o persona de la superficie, nombre que en el
Encuentro de la Nación Gunadule, reunida las 6 regiones en
Ibgigundiwar (Caimán Nuevo), Colombia, se aprobó que fueran
reconocidos como Gunadule.
Es importante tener presente que una cosa es la ESCRITURA el uso
de los grafemas o letras, porque cada idioma le da su propia
pronunciación siguiendo su estructura lingüística, otra cosa es,
la PRONUNCIACIÓN. Por eso, como gunas, no tenemos que poner
atención a las pronunciaciones que le dan los “no hablantes
gunas” o los wagas. Sabemos, especialmente, los jóvenes siguen a
los presentadores de la televisión o de la radio, que sin duda,
a la hora de pronunciar guna distorsionan la pronunciación
original, en este caso de la palabra Guna. Así ocurre con el
nombre de los hermanos Ngäbe Bugle. Quienes no somos hablantes
Ngäbe, no nos sale la pronunciación ni la entonación justa, de
la estructura lingüística de los hermanos, siempre habrá
distorsión. Cuántas veces hemos visto a la gente tratando de
pronunciar, pero escúchalos a los hermanos Ngäbe hablar, se
darán cuenta de la particularidad que tienen ellos, así como
también nosotros el pueblo guna lo tenemos.
Por ello, como gunas hablantes, no tenemos que seguir a los
wagas o los mergis con respecto a nuestro idioma que tiene su
propia estructura lingüística y propia entonación, siguen sus
propios principios, sus propias pronunciaciones y reglas. En
caso del nombre Guna, no es como lo dicen que se lee, suave, o
como escribió la última vez el compañero Olowika Thompson en
Facebook, “burgwale”, porque no es así. El hecho que se haya
eliminado las letras PTK en el alfabeto guna, luego de años de
estudio, no altera absolutamente en nada la PRONUNCIACIÓN.
¿En qué parte de la población guna habrán escuchado pronunciarse
SUAVE o BURGWALE la palabra guna? Estoy tan seguro que en
ninguna parte, solo en la televisión o la radio de parte de los
presentadores wagas, que naturalmente, pronunciarán siguiendo su
estructura lingüística de su lengua materna, que en este caso es
el castellano o español.
Al igual que ayer estaríamos distorsionando la pronunciación
siguiendo a los que no hablan el idioma guna. Mejor sigamos a
nuestras abuelas, abuelos, padres, a nuestras madres, a nuestros
grandes maestros como Manuel Smith, Igwanabiginya (Horacio
Méndez), Carlos Inagelinya López, Niga Pereira, entre otros,
quienes aún podemos escucharlos en el día de hoy, gracias a la
magia de la tecnología. Más no sigamos contribuyendo a
distorsionar nuestra lengua materna, siguiendo a los no
hablantes gunas o wagas o mergis. Es momento de la
reivindicación.
QUE VIVA NUESTRO IDIOMA GUNA….
Hacia los 90 años de la Revolución Dule….
Panamá, 12 de mayo de 2014
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